Historias que Inspiran

Sabelcort: De Plomeros y Djs a Empresarios

por Mundo Dinero 17-07-2019

SABELCORT es una empresa metalúrgica que se dedica a la fabricación de soportes, accesorios y organizadores para el hogar. Sus productos llevan 35 años en el mercado y, durante ese tiempo, sus dueños se tuvieron que sobreponer a accidentes de trabajo, estafas y coimas. La historia de SABELCORT es un resumen de la odisea de emprender en Argentina.

EMIGRAR Y EMPRENDER

Joaquín es el hijo mayor de una pareja Siciliana que decidió emigrar a mediados del siglo pasado a la Argentina cuando el pequeño tenía sólo 9 años. Los motivos para viajar sobraban. Había toda una familia esperándolos en Sudamérica.

Cuando llegaron de Italia, su padre consiguió trabajo primero en una fábrica y luego como plomero. Asimismo Joaquín se las rebuscaba con algunas changas a las que les dedicaba tiempo luego de la escuela. “De ese manera aprendí de todo. Era algo cultural de la época. Antes era común después del colegio trabajar en algún lugar y juntar la plata para comprarse cosas”

Su infancia en el país estuvo signada por el esfuerzo. Con el tiempo, aprendió el oficio de su padre y colaboraba con él en sus trabajos de plomería para juntar dinero en el pozo familiar como solía suceder con todas las familias italianas.

DE EMPLEADO A EMPLEADOR

Con los años, Joaquín fue empleado por una empresa de autopartes pero, debido a la escasez de trabajo, sólo asistía algunos días a la semana. Eso, sumado a que ya se había cansado de las changas de plomero, provocó que un fin de semana de pascuas tomara la decisión de dedicarse por su cuenta a la producción.

“Consulté con un vecino herrero y le dije que quería producir algo en cantidad y que no quería trabajar más para terceros. Entonces empezamos a ver qué podía hacer y curiosamente nos topamos con los caños de cortina. Así que mandé a hacer las matrices a un señor a la vuelta de mi casa y después nos pusimos a armarlos de manera muy artesanal, a martillazos. Así empezó todo”.

Para ese momento, Roberto, su hermano menor se había sumado al proyecto y juntos empezaron a producir el garage de la casa de sus padres de 36 m2.

No conformes con ello y en paralelo, Joaquín también se convirtió en DJ. Arrancó con una radio vieja en el cumpleaños de la prima de un amigo y después siguieron fiestas importantes, bailes y shows que ayudaron a la economía familiar.

LOS RIESGOS DE EMPRENDER EN NEGRO

Todo parecía marchar sobre rieles hasta que un grave accidente casi los obliga a dejar todo. Durante una jornada, un chico que trabajaba con ellos se distrajo y se agarró dos dedos en un balancín. La desesperación fue mayúscula y tras asistirlo, tuvo que ser operado para no perder sus falanges. Ese episodio hizo que Joaquín y Roberto repensaran las condiciones de su negocio. “Fue un gran susto y me sentía muy responsable. Eso fue un golpe enorme que nos llevó a tomar las cosas en serio”, reconoce el mayor de los hermanos.

Otro de los puntos que tuvieron que ajustar fueron los costos. “Yo venía de autopartes y no es lo mismo hacer una pieza para un auto que algo de uso cotidiano para el hogar. Nosotros queríamos hacer un producto fuerte que sea el mejor pero en la primera producción vendimos mal lo que hicimos y tuvimos que rediseñar una estrategia para ser competitivos”.

DEDICACIÓN TIEMPO COMPLETO E INNOVACIÓN

Durante 2 años, Joaquín siguió trabajando en la fábrica y también continuaba musicalizando eventos hasta que una venta inesperada hizo que se focalice íntegramente en su nuevo negocio.

Por ese entonces Roberto era chico y desconocía los problemas económicos. Un día llegó un cliente “muy atrevido”, según relata el menor de los hermanos, y le compró todos los productos. “Cuando llegué estaba re contento y yo me agarraba la cabeza porque estaba devaluado todo un 40%. Era mejor quedarse con la mercadería y no venderla porque perdíamos plata. Eso me hizo tomar la decisión de dejar la fábrica en la que trabajaba y dedicarme de lleno a lo que después fue SABELCORT” recuerda Joaquín.

Así arrancó con su marca y nació uno de sus productos más reconocidos. Los clientes de ese momento le propusieron fabricar lo que faltaba en plaza y si bien los tendederos extensibles ya existían, a Joaquín se le ocurrió un sistema para diseñarlos que sacó de las lámparas que se utilizaban en ese entonces para dibujantes. Tomó el mismo modelo, lo transportó en escala y, tras algunas pruebas para abaratar los costos, salió al mercado. Ese fue un punto de partida.

MOMENTO VISAGRA

El peor momento para la empresa fue sin duda el que les permitió pegar el gran salto. “Yo era muy pibe, tenía 26 años y entendía que estaba haciendo las cosas bien. Había ido a la municipalidad y me dijeron que me quedara tranquilo pero cayó una inspección y resultó que no tenía nada en regla. Me habían estafado y el inspector después me quiso coimear”.

Dinero no había pero sí buenos amigos que fueron consiguiéndoles permisos temporales para que puedan seguir produciendo. Sin embargo, esa situación los hizo darse cuenta que el garage donde estaban no era habilitable. “Eso nos generaba un techo en el negocio y fue un empujón muy grande para que podamos mudarnos a un lugar más amplio”.

Construyeron un galpón de 300 m2 en 9 meses y ahí sufrieron la segunda estafa de parte quienes cobraron el anticipo para hacer el techo tinglado. “Uno siempre busca el más barato y no siempre es el mejor ni el que te va a cumplir” es la enseñanza que se llevaron de aquellos tiempos de sinsabores.

OPORTUNIDAD Y CRECIMIENTO

Ya instalados en su nueva fábrica y dedicados de lleno a la producción, Joaquín y Roberto descubrieron las clavijas de las manijas de puertas que los iban a impulsar al crecimiento. El proveedor que les vendía los remaches y tornillos les sugirió vender ese artículo porque la fábrica que las hacía se había fundido. “Yo ni sabía que eran y me daba un poco de vergüenza. Entonces las tenía en el auto y cuando me estaba despidiendo del cliente se las ofrecía y era impresionante como se vendían. Eso fue algo providencial que me ayudó cuando más lo necesitaba y así pude terminar el galpón más rápido”, rememora Joaquín. Con el tiempo llegaron los galpones y casas linderas para consolidar la ampliación de la fábrica.

La familia de SABELCORT también fue sumando nuevos integrantes. Salvador, otro de los hermanos, se sumó a la marca familiar para aportar todo su conocimiento y trabajo.

Juntos, en los años siguientes, sortearon diversas crisis económicas pero la más crucial surgió hace 10 años ante la pregunta de qué iba a pasar con el futuro de la empresa cuando ellos ya no estuvieran dispuestos a administrarla. “Pensamos en venderla o cerrarla porque no iba a obligar a mis hijos a hacer lo que no les gustaba”.

Contemplaron todas las opciones, pero para su sorpresa, un día el hijo de Joaquín, Leandro, y su primo Hernán decidieron acoplarse al trabajo de sus padres “Trajeron ideas nuevas, modernas, con más innovación. Los vemos con muchas ganas” coinciden los tres con orgullo al tiempo que apuestan todas sus fichas a la nueva generación para darle futuro de expansión a SABELCORT.

DESCUBRÍ EL MUNDO DE SABELCORT.